jueves, 13 de abril de 2017

"Mi" verdad sobre la educación actual (y II)

Viene de: "Mi" opinión sobre la educación actual (I)

Los que habéis llegado hasta aquí, seguramente estaréis esperando conocer cuál es mi opinión sobre la distribución del tiempo en la jornada escolar.
Después de todo este tiempo me veo en la obligación de remarcar que la opinión que voy a expresar es únicamente mía y que está basada únicamente en mi experiencia. Evidentemente, esta opinión puede ser errada, como probablemente a muchos de vosotros les haya parecido errada la mayor parte del artículo hasta el momento, eso por no hablar de los que lo habrán dejado de leer antes de este punto porque no comulguen con mi opinión.
Yo no soy ningún especialista en la jornada escolar infantil, ni en los ritmos circadianos de los niños, ni sé tampoco de qué manera hay que explicar las matemáticas después de comer para aprovechar esas horas "en las que los niños son más productivos". Y es natural, porque no me dedico a estudiar estas cosas ni acabo de comprender estos conceptos tan complejos cuando me animo a leer algún libro que versa sobre estos temas. Normal, soy maestro.
Soy un simple maestro que acabó sus estudios de pedagogía en el año 2003, cuando todavía esto de la jornada continua o consensuada ni se imaginaba en mi tierra.
Aún así, me gustaría comentar algunos de los aspectos en los que me he fijado merced a todo este embrollo, insisto, desde mi humilde y particular punto de vista de un maestro de 3º de primaria de un pueblo mediano:

1. Mis alumnos a partir de las 15:30 (que es cuando en mi centro comienza la jornada vespertina) llegan al aula con más problemas que un libro de física del movimiento.
Los que no han reñido con el compañero del curso de al lado a la hora del comedor, suben enfadados porque su madre ha hecho lentejas, el otro está agobiado porque salimos a las 17 horas y cuando llega a tenis a las 17:15 no le ha dado ni tiempo de merendar y el entrenador le pide que entre en la cancha de una vez, el que no, tiene una cara de "me echaría una siesta..." que no sabes si es mejor mirarlo de perfil o de refilón y lo más productivo que se hace hasta que el maestro manda "firmes" es, en el mejor de los casos, ponerse de acuerdo en hora y lugar para hacer el trabajo en grupo de naturales. Y con todo esto, al final se ha perdido un tiempo precioso desde la entrada en el aula hasta que los niños consiguen tener el material en la mesa listo para poder comenzar la clase.

2. Mis alumnos por la mañana no se enteran de la hora que es, una vez han salido al patio.
Y lo digo porque lo vivo, y porque, para más señas, lo estoy viviendo este año, ya que tres días salimos a las 12:30 y dos a las 13:15. Y la "verdad verdadera" es que la mitad de días, cuando a las 12:25 les digo que vayan recogiendo que nos vamos a comer, preguntan: "¡¡¡¿Yaaaaa?!!!!" Y esto, yo lo entiendo como un: "Pues podríamos aguantar un poquito más..." Sí, amigos, y cuando salimos a las 13:15 pues... tres cuartos de lo mismo, lo que me da a entender que ningún niño moriría entre terrible sufrimiento si tuviera una sesión más y nos marcharamos a las 14 horas.
Eso sí, a las 16:55, en cuanto digo: "Podéis...", ya no tengo que decir nada más, los niños, a toda prisa forman la fila como si no hubiera mañana.

3. La tarde libre les viene como caída del cielo.
Por tener horario especial de formación, los niños, los miércoles, no tienen clase. Esto, evidentemente, dependerá y mucho de la edad de los chavales, pero tengo que decir que en el caso de mis alumnos, muchos no regresan por la tarde a las actividades de "conciliación" para acabar a las 17 también los miércoles, y que en lugar de esto, lo utilizan para descansar, para quedar y hacer los trabajos en grupo, estudiar o, simplemente, jugar. ¡Ah! Y algunos de mis alumnos, que tienen hermanos mayores que van al instituto, están esperando toda la semana que llegue el miércoles para poder comer con ellos, ya que sus hermanos sí que tienen la jornada continua.

4. La jornada continua no concilia; la jornada partida no concilia; acabar a las 12:30 y volver de 15:30 a 17 no concilia; acabar a las 13:15 y volver a las 15:30 para acabar a las 17 no concilia; y acabar a las 13:15 y tener la tarde libre no concilia; como tampoco concilia entrar a las 7:30 o a las 8 o a las 9.
Por suerte o por desgracia cada persona tiene un trabajo, unos problemas, unos horarios, unas costumbres, una cultura, unos hijos, un domicilio más cercano o más lejano al centro. Esto hace que cualquier horario que podamos elegir sea malo para conciliar si lo que queremos es conciliar a todas las familias del centro. La única manera de conciliar sería crear un centro educativo abierto 24 horas y con una educación "a la carta" en la que cada padre decida a qué hora quiere que su hijo comience las clases, durante cuánto tiempo y hasta qué momento y esto, lamentablemente, en la sociedad española está lejos de que pueda convertirse en una realidad.
Lo que no debemos de permitir es caer en demonizar una opción que nos facilita poder recoger a nuestros hijos a las 14 horas, a las 15:30 o a las 17 teniéndolo totalmente atendido durante el mismo tiempo que con la jornada "tradicional" y nos mostremos en contra, simplemente, porque nuestra situación nos hace imposible recoger a nuestro hijo antes. Creo, sinceramente, que es injusto utilizar el poder de decisión para conseguir que otros no puedan decidir a qué hora se llevan a su hijo.
Supongo que si el que vota así, pudiera elegir de verdad recogerlo antes o después, votaría por poderlo hacer y le sentaría mal que el otro decidiera una hora de salida única y eso no nos parecería bien, porque limita nuestro derecho a decidir. ¿O no os parecía más justo cuando llevabais a vuestro hijo a la guardería poderlo recoger en diferentes horarios que sólo a las 17 horas?

Y por supuesto, antes de terminar, también quiero mostrarme a favor de todas las familias que tienen problemas para conciliar porque entran a trabajar antes de las 9 o porque sale de trabajar a las 20 o a las 22 o porque trabaja a turnos de semanas alternas. Existen muchas casuísticas, y muy diversas, y, de una manera u otra, mejor si fuera mediante las administraciones públicas, pero también, sinó, con ayuda de servicios privados o subvencionados, deberían de tener derecho a poder conciliar sea como fuere.

Sólo me queda daros un mensaje de ánimo a todos y apoyar el diálogo y la cordura que son lo que nos ayuda a poder hablar y entendernos, y es lo que nos convierte en animales racionales. Gracias por haber llegado hasta aquí.

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